EL REY LEÓN
Rey en el país vecino, desterrado de las islas británicas, el León holandés aterriza en la ciudad que vió nacer el mito. En este Juego de Tronos en que se ha convertido la sucesión de Leo, la historia de Memphis es la de aquel que quiere reclamar lo que por estirpe le pertenece. La casa azul y grana defiende el legado levantado por su ídolo rosarino, más allá del mar que limita su Reino, y de las montañas que a día de hoy separan los caminos de la leyenda y su hogar. Barcelona fue siempre tierra de holandeses y el club se convirtió en el poderoso dominio que es a día de hoy por obra y gracia de un errante flaco y espigado que logró, a través del balón, quemar a fuego una idea que acompañó, abrazó, mimó y aupó a la gloria al estilo del Rey. Se gestó una simbiosis que hizo grandes a ambos. Y es en ese caldo de cultivo, dentro de esa marmita mágica dónde Depay, cual Lannister, proclama a toda La Liga desde lo alto de la Sagrada Familia: ¡oye mi rugido!.